Colección Instagram N° 8

      Había vuelto. Lo sabía.

Primero apareció en sueños, a cuenta gotas, sin relevancia. Se presentaba agazapado en las esquinas, tras los árboles, escondido entre la multitud de manera sutil.

Con el paso de los días empezó a cobrar protagonismo durante la noche, siendo parte importante de sus ensoñaciones; se manifestaba oculto tras personas que creía conocer: su profesor, su madre, el hombre del quiosco o la camarera de la cafetería del barrio.

Más tarde empezó a presentarse de forma espontánea durante el día en su vida cotidiana:  Reflejado en la puerta de la nevera del supermercado , al fondo del pasillo del baño del centro comercial oculto entre las sombras , sentado en el sillón esperándolo al abrir la puerta de casa, en el sillón trasero del coche acompañándolo en cada viaje.

Sabía lo que le esperaba. Ya lo había vivido muchos años atrás y casi acaba con su vida.

Sucedió de noche, mientras dormía. Un frío letal cubrió todo su cuerpo. Una sensación indescriptible de hinchazón generalizada le despertó de golpe. Su cerebro, abotargado, desfalleció quedando en segundo plano viendo como aquel demonio se hacía cargo de la situación.

        — Hola, ya estoy aquí de nuevo— le dijo con voz gutural— esta vez ni los curas te van a salvar .Nadie huye de mí.

Su cuerpo comenzó a convulsionar, levantándolo incluso de la cama. Notaba la presión interna que ejercía aquella criatura para intentar partirlo en dos.

Su cuello apenas podía resistir el empuje.

De pronto voló hasta el techo estampándose contra él una y otra vez. Sangraba por todas partes.

         «Madre....»

        — ¡Muere, muere! —gritaba a su mente aquel ser incorpóreo.

Los dedos de las manos fueron partiéndose uno a uno como un dominó.

Oía su malvada risa en cada grito que profería.

          « ¿Por qué  yo ?», se decía mientras los dedos de los pies empezaban también a retorcerse en cadena.

Cayó inconsciente para luego despertar.

Veía la cama desde cierta altura, estaba boca abajo con la cabeza en dirección al suelo. Impulsado, a una velocidad descomunal lo último que vio antes de morir fue el suelo acercándose más y más hasta estrellarse contra él.

La amalgama de carne, huesos y sangre de aquel desafortunado que dejó Tatat, un demonio de más de 3.000 años de antigüedad, con miles de almas devoradas en su haber, convertiría en el transcurso de las investigaciones de lo allí sucedido, en imposible, la tarea de intentar reconocer a la víctima de forma visual, dejando grabado para siempre el horror de aquella escena del crimen, jamás resuelto, a los policías que a ella acudieron.

                                           *Posesión*


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