Colección Instagram N° 8

      Había vuelto. Lo sabía.

Primero apareció en sueños, a cuenta gotas, sin relevancia. Se presentaba agazapado en las esquinas, tras los árboles, escondido entre la multitud de manera sutil.

Con el paso de los días empezó a cobrar protagonismo durante la noche, siendo parte importante de sus ensoñaciones; se manifestaba oculto tras personas que creía conocer: su profesor, su madre, el hombre del quiosco o la camarera de la cafetería del barrio.

Más tarde empezó a presentarse de forma espontánea durante el día en su vida cotidiana:  Reflejado en la puerta de la nevera del supermercado , al fondo del pasillo del baño del centro comercial oculto entre las sombras , sentado en el sillón esperándolo al abrir la puerta de casa, en el sillón trasero del coche acompañándolo en cada viaje.

Sabía lo que le esperaba. Ya lo había vivido muchos años atrás y casi acaba con su vida.

Sucedió de noche, mientras dormía. Un frío letal cubrió todo su cuerpo. Una sensación indescriptible de hinchazón generalizada le despertó de golpe. Su cerebro, abotargado, desfalleció quedando en segundo plano viendo como aquel demonio se hacía cargo de la situación.

        — Hola, ya estoy aquí de nuevo— le dijo con voz gutural— esta vez ni los curas te van a salvar .Nadie huye de mí.

Su cuerpo comenzó a convulsionar, levantándolo incluso de la cama. Notaba la presión interna que ejercía aquella criatura para intentar partirlo en dos.

Su cuello apenas podía resistir el empuje.

De pronto voló hasta el techo estampándose contra él una y otra vez. Sangraba por todas partes.

         «Madre....»

        — ¡Muere, muere! —gritaba a su mente aquel ser incorpóreo.

Los dedos de las manos fueron partiéndose uno a uno como un dominó.

Oía su malvada risa en cada grito que profería.

          « ¿Por qué  yo ?», se decía mientras los dedos de los pies empezaban también a retorcerse en cadena.

Cayó inconsciente para luego despertar.

Veía la cama desde cierta altura, estaba boca abajo con la cabeza en dirección al suelo. Impulsado, a una velocidad descomunal lo último que vio antes de morir fue el suelo acercándose más y más hasta estrellarse contra él.

La amalgama de carne, huesos y sangre de aquel desafortunado que dejó Tatat, un demonio de más de 3.000 años de antigüedad, con miles de almas devoradas en su haber, convertiría en el transcurso de las investigaciones de lo allí sucedido, en imposible, la tarea de intentar reconocer a la víctima de forma visual, dejando grabado para siempre el horror de aquella escena del crimen, jamás resuelto, a los policías que a ella acudieron.

                                           *Posesión*


Colección Instagram Nº 7




Salió a flote entre los restos del naufragio. Tomó aire entre jadeos, observando incrédulo la situación. Las olas le exigían con cada acometida, manteniéndose como podía en la superficie mientras buscaba algo a lo que agarrarse. Por su derecha pasó un tablón de madera, posiblemente un resto de la  cubierta de la carabela, pues de un recto perfecto era, y se lanzó desesperado a por él. 

Con apoyo para la flotabilidad  pudo relajarse, por poco que fuera, y concentrarse en salir de aquel entuerto. Divisó la costa: lejos, pero no tanto. 

«Quizás pueda llegar» 

No oía a nadie solicitando ayuda. Tampoco divisaba el casco del barco. 

«Debe de haberse hundido ya! Qué rapidez!» 

Extrañado volvió a fijarse en la costa. Nadó sin prisas, con seguridad,  realizando un gran esfuerzo contra la corriente, que no quería dejarle marchar de allí.  Lo que parecía posible, tras minutos de lento y arduo  avance, tomó un cariz preocupante. Las fuerzas empezaban a fallar, y con ella la moral, que tras cada embestida del mar menguaba sin freno haciéndole perder toda esperanza de sobrevivir a aquella tragedia de la que no recordaba nada en absoluto. 

Le vinieron a la mente,  en acertado momento las palabras de su padre cuando de joven, presa del agotamiento, desfallecía por momentos mientras trataba de sacar del barro el carruaje atrapado , con parte de la cosecha,  camino del mercado donde habían de sacar rédito al trabajo del año : ! Lucha, Lucha! 

Y luchó. Avanzó con todo lo que le quedaba, ganando cada escaramuza,  venciendo a cada ola, aguantando los tirones de la corriente por llevárselo con ella para no volver jamás.  

Agotado, al fin, llegó a la orilla. Se tumbó sobre la arena negra de aquella playa y rompió a llorar. 

Sin tiempo aún para pensar en los siguientes pasos que había de dar, pues nada entendía de lo sucedido, un extraño sonido le hizo reaccionar. 

« ¿Qué ha sido eso?» 

Miró alrededor. Se fijó en una extraña estructura que se encontraba al final de la playa. Había anochecido,  no se había percatado hasta ese preciso momento. Con las pocas fuerzas que le quedaban fue en esa dirección. 

A medida que se acercaba, el sonido, irreconocible en parte para aquel hombre,  sonaba más alto. 

« ¿Es música?»

Desorientado siguió acercándose cuando un destello de luz lo cegó por completo.  

— ¿Quien anda ahí? 

Se paró deslumbrado por la luz de la linterna que apuntaba a su cara. Se tapó el rostro. 

—Segismundo, Segismundo Torres señor.

— ¿Qué se te ha perdido por aquí?— preguntó con el mismo tono entre la agresividad y la sorpresa, a la vez que bajaba la luz de la linterna. 

El náufrago, con la visión en parte recuperada, visualizó a su interlocutor de pie. Vestía un atuendo muy raro, el perturbador sonido, pudo apreciar, salía de una caja cuadrada situada al lado de aquel joven de pelo largo separado en pequeñas coletas. 

Estupefacto, se quedó allí parado sin saber qué hacer. 

— ¿Se encuentra usted bien señor? 
— La verdad es que no— respondió con sinceridad, aturdido por completo — Para nada me encuentro yo bien, pues nadando vengo desde allí dentro. Mi navío ha naufragado  y no recuerdo nada de todo lo sucedido.  Tan solo sé  que estoy aquí, que estoy vivo, o eso creo al menos. 
— ¿Qué barco? Llevo aquí toda la tarde y no he visto nada. ¿Una lancha? ¿Un yate? 
— Tengo frío,  mucho frío- dijo tiritando— ¿Tiene usted algo con lo que abrigarme? 

El joven se quitó la chaqueta y se la dio sin salir de su asombro. Se percató de que aquel hombre,  que aseguraba ser un superviviente de un naufragio,  no paraba de mirar, sin descanso, a su altavoz bluetooth. 

— ¿Apago la música? ¿Le molesta? 
— ¿Qué  es eso? ¿Qué tipo de instrumento es? 
— ¿Perdón? 
— Eso, eso, ese horrible sonido. Me perturba. Por cierto, ¿A qué región del reino he ido a parar? 
— ¿Reino ?— preguntó sin creer lo que estaba viviendo. 
— Si, del reino de Castilla vengo, aunque usted bien raro habla. Desconozco ese acento y mire que en la mar de todos lados he conocido marineros.  
—Está usted bastante desorientado caballero, debería descansar. Váyase a casa, será mejor. 
—Tiene usted razón joven mozo, ¿le importa si me quedo por aquí? Prometo no molestar. 
— Usted mismo.  

Segismundo quedó dormido en segundos sobre la fría arena. Cuando despertó,  ascendía a toda velocidad desde las  profundidades, conteniendo la respiración, creyendo que sus pulmones estallarían  en  cualquier momento. Salió a flote entre los restos del naufragio. Tomó aire entre jadeos, observando incrédulo la situación....

                                                     *El Naufragio*


Colección Instagram Nº 6


Cuando despertó, todavía estaba bajo los efectos de algún tipo de droga, tenía el estómago revuelto y parecía que la cabeza le iba a estallar. Jamás le había dolido la cabeza de ese modo, no le dejaba pensar y lo único que podía hacer era mantenerse consciente. Cada segundo que pasaba era un auténtico martirio. Echó una ojeada a su alrededor y de lo único que pudo percatarse fue de que estaba en un sitio en el que jamás había estado, ni siquiera en sueños. El martilleo era cada vez más constante y agudo, parecía que el cerebro le fuera a estallar. De repente sintió que mantenerse consciente era un esfuerzo demasiado insoportable y creyó desmayarse.

Abrió el ojo derecho primero: todo borroso.  Acertó a abrir el izquierdo, no sin esfuerzo, recuperando la visión. 

« ¿Dónde estoy? ¿Cómo he llegado hasta aquí? »

Recordó haber estado en casa de sus padres con sus hermanos en una entrañable cena familiar que se prolongó hasta bastante entrada la noche, pero después de eso todo era confuso.

« Cogí el coche para ir a casa, recuerdo poner el motor en marcha y arrancar, salir de la urbanización y coger la carretera comarcal, pero ¿Por qué no estoy en mi cama?¡¡ ¿Dónde estoy?!! ¡¡ ¿Por qué no recuerdo qué pasó?!!»

Estaba tumbado  boca arriba, el techo era blanco y se hallaba situado a una altura bastante considerable, pero ese blanco era extraño, sobrenatural, tan puro que era imposible  describir lo frío que podía llegar a ser. Giró la cabeza hacia la izquierda y con ella la visión: más blanco. El terror se apoderó de él. Gritó desesperado con todas sus fuerzas. El sonido debería haber sido estremecedor y sin embargo... ¡No lo oyó!

            « ¿Me he quedado sordo? ¿Qué me está pasando?»

Lloró. Lloró como un niño pequeño, estaba aterrorizado. Cuando se calmó un poco recapacitó.

« ¿Podía ser una pesadilla? No sería la primera vez que sueñas que estas soñando, pero... si estoy soñando ¿Por qué no despierto? Y si resultaba que yo estaba... ¡No!»,  descartó esa idea de su cerebro, era de los que pensaba que después de la vida solo nos esperan el vacío y frío.

Empezó a analizar la situación. Tanto el techo como las paredes eran de un blanco estremecedor y se hallaban a una distancia demasiado lejana, de hecho era como si no hubiera tales paredes.

« Y... ¿Él suelo? El suelo será una buena referencia para empezar a situarme»

 Se dio la vuelta y lo que vio le dejó sin aliento.

«¡¡No hay suelo, no hay cama, estoy flotando...en el vacío!!», volvió a gritar, a llorar; temblaba de los pies a la cabeza cuando cayó en la cuenta de que sentía calor, leve, pero reconfortante. Su cara estaba calentándose y poco a poco los brazos, el pecho y las piernas. En ese momento una tranquilidad absoluta se apoderó de él. Estaba tan calmado que poco a poco y sin darse cuenta, fue perdiendo el conocimiento hasta que quedó inconsciente.

Despertó en su cama.

« ¡¡Todo ha sido una pesadilla, una horrible pesadilla!!»

Se palpó el cuerpo buscando que todo estuviera en su sitio. Estaba desnudo y se extrañó, no acostumbraba a dormir sin pijama, no recordaba haber llegado demasiado bebido, de hecho no recordaba cómo llegó  a casa. De nuevo las dudas. El pulso se le aceleró con rapidez.

« ¿Me estoy volviendo loco? Pero, ¿Uno se puede volver loco de la noche a la mañana? Tengo que hablar con alguien»

Decidió llamar a su hermano mayor para no asustar a sus padres. Descolgó el teléfono: no daba señal. Comprobó que no estuviera desconectado y no pudo reprimir tirar el teléfono al suelo.

            « ¿Por qué no funciona? »

Bajó al garaje. El coche no estaba. Salió para comprobar si estaba aparcado en la calle pero tampoco estaba allí.

            ― ¡¿Qué coño está pasando?!― gritó desesperado entre sollozos.

Estaba absorto en sus pensamientos, barruntando, intentando buscar respuestas, explicaciones, hasta que se dio cuenta de que su casa estaba empapelada de carteles. Estaban por todos lados. No hacía falta leerlos para saber lo que eran…

            « ¿Se vende, mi casa se está vendiendo? ¿Pero, cómo?»

No lloró, no le quedaban lágrimas. Entre temblores, vestido con lo primero que encontró en al armario, y con la cara desfigurada por el miedo corrió hacia la casa más cercana.

            « Necesito respuestas ya…»

Tocó el timbre de su vecino con insistencia.

            « Es él. Algo encaja», se dijo con alegría al ver el rostro enfadado de Teo.

            ― ¿Octavio? ― preguntó incrédulo.
            ― Claro, ¿Quién si no iba a ser?
            ― Es…..― dijo entre balbuceos― tan solo…
            ― ¿Ocurre algo Teo? Estás pálido.
            ― Disculpa, es que no me lo creo….pasa será mejor que pases…
            ― Gracias ― respondió mientras entraba a la casa― ¿Qué es lo que no te crees?

El hombre lo miró con ternura y le indicó que se sentara. Al poco volvió con una taza de café.
            ― Octavio….no sé cómo decirte esto sin que suene raro….pero ¿Dónde cojones te has metido todo este tiempo?
            ― No entiendo ― respondió desconcertado.
            ― Llevas desaparecido un tiempo….
            ― ¿Cuánto? ― dijo tartamudeando.

Se miraron. Buscaban entender qué pasaba sin lograrlo.

            ― Dos años

                                   *********************

            Nunca pudo rehacer su vida. Su caso había sido un verdadero quebradero de cabeza para la policía. Su coche apareció en la cuneta de una carretera. Puertas cerradas, cristales subidos, luces encendidas, motor en marcha. Sin huellas que indicaran la dirección de la huida, o la posibilidad de un secuestro. Según le dijo el mismo comisario era un caso inexplicable. Investigadores de otros países se interesaron por el caso, periodistas de todo tipo también.

Quedó marcado para siempre. Siempre andaba buscando respuestas que explicaran dónde había estado esos dos años, qué había sucedido en aquella carretera, qué eran esos sueños dónde yacía sobre un manto blanco. Barajó todas las hipótesis posibles, las analizó a fondo, descartando todas y cada una de ellas. Salvo una. La más inquietante de todas. La había descartado por ser la más descabellada entre las menos probables, pero siempre volvía a ella.

            « Es la única que se ajusta », se decía.

Algo en su interior le decía que estaba en lo cierto. Tras años de investigaciones era la única teoría que daba respuestas, pero claro, no se podía probar, había que dar un salto de fe para creerla.

Y él estaba dispuesto a darlo.

            « No se la contaré a nadie. Ya me ven como un bicho raro, imagínate sí voy contando esto por ahí. Solo lo sabré yo…y ellos claro»

No es que viviera mejor a partir de aquel momento,  pero al menos, había descartado la idea de que estaba loco y eso de algún modo le tranquilizaba.

            « ¿Por qué yo? ¿Para qué? ¿Qué me hicieron? », solía preguntarse sin encontrar respuesta.

Prefería vivir así, sabiendo que era de esas pocas personas que habían sufrido una abducción extraterrestre a pensar que era un tarado más.

           « Mejor así,  mucho mejor», se decía mientras miraba unos extraños símbolos que habían comenzado a dibujarse en su muñeca recientemente.


                                                     *Paradero desconocido*
           
           

Colección Instagram Nº 5


Año 2254. 14 de Noviembre
Llevamos días sin poder salir del refugio. El motivo: Una tormenta de radiación solar. Aun con la protección ozónica del biotraje es imposible protegerse de la radiación UV-C durante estas tormentas. Nada puede superar a la protección que nos daba una atmósfera en condiciones.

Año 2254. 18 de Noviembre
Los sensores de la superficie indican que la tormenta continúa. Los niveles de radiación son mortales para cualquier ser vivo, para los pocos que quedan. Ya son 10 días los que llevamos esperando. Las reservas de agua se están agotando y la comida escasea. Espero que el sol nos de un respiro.

Año 2254. 23 de Noviembre
James ha muerto, su joven cuerpo no ha podido aguantar con tan poca agua, con el  calor infernal, la humedad asfixiante y tan poco alimento. En el refugio cada vez hay más nerviosismo. Sin James seremos unos 30 aquí abajo. Desde hace 20 años no hemos tenido contacto con otros humanos, ni rastro de ellos, ¿Seremos los únicos? Mi padre me dijo que según su abuelo tras la primera Megarradiación General tres cuartas partes de la población humana desapareció. En el pueblo de mi abuelo, un pequeño pueblo compuesto por ranchos en el estado de Texas, solo sobrevivió su familia.
Oigo gritos…Voy a ver qué pasa….

Año 2254. 23 de Noviembre
Joder, han pillado a un grupo de hombres robando los víveres del refugio y los han matado a palos. El miedo y esta situación tan hostil sacan a relucir nuestros instintos más animales. Estamos cansados de vivir así, como auténticas ratas, escondiéndonos bajo tierra, comiendo insectos y mamíferos subterráneos, bebiendo agua sucia no contaminada y viendo la luz del sol 10 minutos al día.

Año 2254. 25 de Noviembre
Empiezo a pasarlo mal, tengo hambre y sed. Estoy débil. Han caído 10 personas más. ¿Es posible que esté presenciando el fin de la especie humana? Esto debe estar pasando en todos los refugios que existan en el planeta si es que hay algún otro que no sea este…
Me contaba mi padre que la Tierra era un lugar precioso para vivir, pero que poco a poco lo fuimos convirtiendo en este mundo árido, casi sin atmósfera, radiado a cada instante por el sol, del que tenemos que escondernos para no morir. Esa estrella que antes nos daba la vida, ahora nos la está quitando. Aunque la culpa no es del sol, es nuestra, perdón, de ellos porque a mi es esto lo que me dejaron en herencia. Una tierra casi estéril, caliente, seca. Un mundo bajo tierra, sin gobiernos, ni ley, donde la comida es un bien escaso y el agua un milagro marrón.

Año 2254. 26 de Noviembre
La radiación exterior aumenta. Esto es el fin…Ya sin esperanzas solo espero morir dignamente, no morir luchando por un poco de comida…

Año 2254. 29 de Noviembre
Quedamos muy pocos y ya ni siquiera tenemos fuerzas para luchar, ni comunicarnos. Cada uno parece querer morir en solitario…Visto desde fuera, me parece el final más triste imaginable para la raza humana. Espero que no seamos los últimos, aunque si hay otros humanos en otro lugar tampoco les debe de quedar mucho….

Año 2254. 02 de Diciembre
No puedo estar más débil. No oigo a nadie desde ayer y creo que en breve dejaré de oír mi respiración. En estos últimos momentos desearía tener a alguien a mi lado, morir solo es terrorífico. Me acuerdo de lo que me contaba mi padre que a su vez le contaba el suyo de cómo era la vida en la tierra antes. Un mundo azul y verde, repleto de vida, de emociones, de alegría…Prefiero morir así, imaginándome lo que era este planeta antes de que nosotros acabáramos con el… ¡sí! eso me tranquiliza…quizás si soy el último humano que queda en la Tierra sea una mala noticia para nuestra especie, pero sin duda es la mejor noticia que puede recibir La Tierra….y eso de veras me reconforta…hace que mi camino hacia el fin sea dulce y feliz….que sea azul y verde.
                                                                                 *Azul y verde*

Colección Instagram Nº 4



Llegó a las puertas de la fortaleza tras un duro ascenso. Dos cuadrillas que salieron a su encuentro cayeron durante la subida bajo su acero sediento de sangre. 

«Venganza», se decía a cada paso. 

Envainó la espada,  sacó el escudo de su espalda, se cubrió la cabeza con él y corrió a toda velocidad hacia la vetusta puerta de madera. El choque bestial destrozó la puerta en mil pedazos. 

Aun en el suelo, se sacó dos trozos de madera clavados en sus fornidos muslos. Miró al frente poniéndose en pie mientras gemía de dolor.

« Calma y brutalidad,  calma y velocidad», se repetía entre jadeos. 

Cinco hombres bien armados corrían hacia él. 

Dejó caer el escudo a sus pies. Lanzó la daga con precisión, acertando en el ojo de uno de sus enemigos, que cayó directo al suelo sujetando la empuñadura clavada en su globo ocular  entre alaridos. 

«Venganza»

Desenvainó, flexionó las rodillas y esperó la tormenta. 

Con una finta esquivó la primera estocada. Giró y le cortó el cuello por detrás, mientras se agachaba para evitar la embestida del más grande de todos. 

Rodó por el suelo rápido como un rayo y de una patada hizo caer a uno de los que quedaba con vida. No pudo rematarlo, los otros dos atacaron a la vez. Paró el golpe que vino por la izquierda, el otro solo pudo esquivarlo para que no le cortara el brazo a la altura del hombro. 

« No estoy manco de milagro», se dijo mientras miraba el profundo corte que tenía en la extremidad. 

Utilizó el bloqueo de las dos espadas para coger fuerza e impulsarse lo suficientemente rápido como para esquivar el nuevo golpe del gigante y salir de aquel entuerto. 

Aprovechó para coger aire y correr hacia ellos haciendo fintas con una rapidez endiablada. El del flanco derecho  cayó al amputarle la pierna a la altura de la rodilla de un corte limpio. Al del centro no le dio tiempo a darse la vuelta y cayó ,con la espalda atravesada por el  firme acero de aquel solitario guerrero , ahogado en sangre mientras intentaba vociferar algo que nadie entendió . 

― ¡Venganza!― gritó mientras miraba a los ojos al gigante de dos metros de barba negra y coletas trenzadas hasta la cintura. 

En tres zancadas aquella mole se puso a la distancia necesaria para lanzar un ataque de fuerza descomunal. La parada le hizo caer.  Rodó por el suelo esquivando los golpes que le caían uno tras otro. 

Lo oyó jadear: vio la oportunidad.

« Ahora o nunca»

Con una acrobacia se levantó del suelo apoyándose en las manos y con la inercia del salto asestó un golpe mortal que rajó a aquel hombre por la mitad, desde el hombro hasta la barriga. Observó primero como intentaba en vano sujetar sus tripas mientras caían al suelo hasta que al fin se desplomó inerte, luego, por el rabillo del ojo, vio retorcerse al enemigo al que le había seccionado la pierna. 

«Ningún adversario con vida»

Un preciso tajo separó la cabeza del resto del cuerpo. No pudo evitar una pequeña sonrisa de satisfacción al saber que nada se interponía ya entre él y su insaciable sed de venganza. Tomó por los pelos la cabeza recién decapitada y le pegó una patada que la lanzó  a varios metros  de distancia. Los buitres que ya andaban dándose un festín con los otros cuerpos se apresuraron a devorar el nuevo plato servido por el portentoso guerrero de magnífica corpulencia. 

Iluminado por una antorcha y, con la espada teñida de rojo en la otra mano, entró.

            Recorrió cada centímetro del apartado castillo, erigido en lo alto de una escarpada montaña de difícil acceso, hasta que no hubo donde mirar cerciorándose de que allí no había nadie. Estaba desierto. 

«Ha huido» 

Henchido de rabia prendió fuego a cada estancia del castillo hasta que todo ardió en llamas. 

Desde fuera observó las llamaradas mientras se concentraba para seguir el rastro dejado por la magia negra del brujo que buscaba desde hace meses. Era la segunda vez que se le escapaba. 

― No habrá una tercera, lo prometo― dijo mirando al cielo con lágrimas en los ojos. 

Al poco, detectó el nauseabundo rastro del oscuro hechicero. Sus ojos se iluminaron. De nuevo, lleno de odio, se puso en marcha para acabar de una vez por todas con el ser que le había convertido en el monstruo que era ahora.

*La fortaleza*

Colección Instagram Nº 3




Lo encontré allí. Colgado. Desangrado y con las tripas en el suelo. Las moscas cubrían la escena como un fétido y ruidoso manto negro que casi me hace perder la cordura. Me cubrí la cabeza con mi bufanda dejando el hueco mínimo para ver algo y respirar lo justo. Mis pies pisaban sobre charcos de sangre, mis manos no hacían más que apartar moscas, mi mente, nublada, no podía creer lo que veía.  

El gancho atravesaba a aquel hombre a la altura del pecho. Su cabeza estaba tapada por una bolsa blanca, sus brazos atados a la espalda. No fui capaz de oír, en el estado de shock en el que me hallaba, las voces que se acercaban a mi espalda. 

Noté un impacto brutal en mi cabeza para cuando caí en la cuenta de que estaba en peligro. Luego otro, y sin poder hacer nada,  un tercer y violento golpe que pareció partirme en dos. 

Desperté maniatado. La cabeza me daba vueltas, el sabor metálico de la sangre me provocaba náuseas, que retuve no sin esfuerzo. Intenté moverme, reptar, hacer algo para salir de allí, pero todos mis esfuerzos fueron en vano. Estaba destrozado. 

Entonces los vi: venían hacia mí entre risas y burlas. La visión de aquella panda de sádicos hijos de puta hizo que me cagara encima. 

Me rodearon dispuestos a acabar conmigo poco a poco. Pude ver sus asquerosos ojos iluminados por la excitación,  seguramente pensando en cómo torturarme hasta la extenuación. Uno de ellos me pisó la cabeza poniéndose de pie sobre ella. Los demás reían incitándole a saltar sobre mi cráneo. 

Cerré los ojos esperando mi sentencia...

Todo sucedió en un instante: mis verdugos eran estampados contra puertas, paredes y  contra el techo con una brutalidad extrema. Sus aterradores chillidos me hicieron temblar,  a pesar de que anhelaba su muerte y sufrimiento con todo mi ser. Era el sonido del horror más absoluto: la incomprensión de lo que les estaba sucediendo. 

Poco a poco, los gritos se convirtieron en plegarias por sus vidas, pero no tuvo piedad, uno por uno los ejecutó sin compasión de forma brutal.

Nunca imaginé que un cuerpo pudiera crujir como una madera al romperse. Estaba equivocado.

Sin poder moverme aún,  noté que estaba a mi lado aquel sanguinario que acababa de finiquitar en un abrir y cerrar de ojos a mis captores. Lloré como un crío.  Rogué por mi vida a aquellas botas de cuero teñidas de rojo.

 No hube de suplicar durante  mucho tiempo. ..

Igual de rápido que vino se fue, no sin antes desatarme y despedirse con un escueto  " la poli está en camino”. 

Conseguí girarme y ver a tiempo como la silueta de aquella mujer saltaba sobre una viga del techo y, con otro salto fuera de lo normal, se posó en la ventana del granero a una velocidad endiablada. 

Escuché sirenas a lo lejos. Lo último que vi antes de cerrar los ojos fue la capa de aquella misteriosa mujer desaparecer al tirarse por la ventana fuera de mi alcance. 

 *El gancho y la capa*

Colección instagram Nº 2



― ¿Estás listo?

― No

― Hace poco lo estabas, ¿qué ha cambiado?

― Algo. No lo sé. 

― Antes de dar el paso, debes estar seguro.  Corres el riesgo de vagar para siempre como tantos otros.

― ¿A qué te refieres?

― Lo sabes. No busques respuestas en mí, esa responsabilidad es solo tuya.

Calló. 
          
 ―Nada me ata aquí, he perdido todo. 


De nuevo, sin poder evitarlo, flashes de lo sucedido lo invadían con violencia: Conducía. Ella estaba a su lado.

« Rebeca»

Discutían. Luego cristales rotos, humo y dolor. Una mirada, una certeza: muerte.

« ¡¡ Rebeca no!!»

Sirenas, luces, ruido. Una Barriga, caricias, llanto desconsolado. Voces ajenas que le hablan entre el caos.

« ¡¡Tú también no!!»


― ¿Has decidido ya? – le interrumpió aquella voz― No podemos esperar más.

― Sí. ― respondió con voz temblorosa entre lágrimas ― Es hora. Vamos.

Una sonrisa asomó en el rostro de su interlocutor.

La puerta se abrió. Seguro por fin de lo que hacía, avanzó decidido.

Apenas la oyó cerrarse tras de sí, creyó oír lo que parecía el llanto de un bebé.

Su corazón se paró de golpe. Miró alrededor desesperado buscando respuestas que no encontró.  Se giró: estaba cerrada.

Intentó abrirla sin éxito.

             ― No hay marcha atrás― le dijo la voz.

               Quiero volver

             ― Es imposible, lo sabes. Ahora estás aquí. Tú tomaste la decisión, pudiste quedarte allí.

Rompió a llorar.

            ― Es imposible saber cuándo,  pero el vendrá aquí y tú le vendrás a recibir. Como he hecho yo.

            ― ¿Tu? – preguntó extrañado

            ―Yo, ¿No me recuerdas?

Lo miró con extrañeza. Se dio  cuenta al poco: en ese lugar la vista carecía de sentido. Todo era diferente...A medida que sus sentidos se aclimataban y se difuminaba la pátina que cubría aquel desconcertante lugar, un rostro se perfilaba cada vez más nítido enfrente de él.

Sonrió emocionado.

             ― ¿Papá?―  dijo con la voz quebrada.

             ― Me alegro de verte al fin―  cogió su mano entre las suyas y las besó con ternura― Es el momento de irse. ¿Vamos? Tu madre y tu mujer te esperan.


Avanzaron entrelazados, alejándose para siempre, de la frontera marcada por aquella puerta.



 *La Frontera *

Colección instagram Nº 1


Llevaba días sintiéndome raro. Mi mente no fluía como era de costumbre, como si una mugre gris, pegajosa, ralentizara mi consciencia.

Pasado un tiempo comenzaron los dolores: al principio leves pinchazos, luego, intensas punzadas sostenidas durante cada vez más tiempo.

Ahora el suplicio es insoportable, me inhabilita incluso para respirar. 

Hoy he notado algo bajo mi piel, en el brazo, cerca del bíceps.  Un movimiento: algo dentro, moviéndose en mi interior, provocándome un daño atroz.

« ¿Qué demonios es eso que se desplaza bajo mi piel ?»

Lo veo a simple vista, percibo su forma, sigo atónito su movimiento mientras las náuseas me invaden. Vomito. Me vacío.

« Me lo tengo que sacar. ¡Joder!»

Apuro de un trago lo que queda de una botella de wiski, me armo de valor, y comienzo a rajarme la piel. La sangre cubre mi brazo en unos instantes. Hundo más si cabe el cuchillo llevándome al borde del desmayo.

Intenta huir. No lo permito. Meto mis dedos en la herida abierta en mi piel cuando caigo en que bajo mis pies todo está teñido de rojo.

Lo toco. Me sorprende su dureza. Hago una pinza con mis dedos y lo agarro. Tiro hacia fuera. Lucha por su vida, se aferra a mi cuerpo.

« ¡Tira!  ! Sigue! »

Con mi última gota de energía lo saco de mí. Se me nubla la visión, tengo frío, me apoyo   sobre mis rodillas para no caer y observo la criatura: es metálica y se retuerce con fuerza a pesar de su minúsculo tamaño. No lo pienso, la tiro al suelo y de un puñetazo la reviento. 

Extenuado, me desplomo sobre el charco de sangre,  viendo como algunas piezas de esa cosa cortocircuitan entre leves destellos azules.



          *El pequeño invasor*

El blog cambia de sitio

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