Cuando despertó, todavía estaba bajo los efectos de algún
tipo de droga, tenía el estómago revuelto y parecía que la cabeza le iba a
estallar. Jamás le había dolido la cabeza de ese modo, no le dejaba pensar y lo
único que podía hacer era mantenerse consciente. Cada segundo que pasaba era un
auténtico martirio. Echó una ojeada a su alrededor y de lo único que pudo
percatarse fue de que estaba en un sitio en el que jamás había estado, ni
siquiera en sueños. El martilleo era cada vez más constante y agudo, parecía
que el cerebro le fuera a estallar. De repente sintió que mantenerse consciente
era un esfuerzo demasiado insoportable y creyó desmayarse.
Abrió el
ojo derecho primero: todo borroso. Acertó
a abrir el izquierdo, no sin esfuerzo, recuperando la visión.
« ¿Dónde estoy? ¿Cómo he llegado hasta aquí? »
Recordó
haber estado en casa de sus padres con sus hermanos en una entrañable cena familiar
que se prolongó hasta bastante entrada la noche, pero después de eso todo era
confuso.
« Cogí el coche para ir a casa, recuerdo poner el motor
en marcha y arrancar, salir de la urbanización y coger la carretera comarcal,
pero ¿Por qué no estoy en mi cama?¡¡ ¿Dónde estoy?!! ¡¡ ¿Por qué no recuerdo qué
pasó?!!»
Estaba
tumbado boca arriba, el techo era blanco
y se hallaba situado a una altura bastante considerable, pero ese blanco era extraño,
sobrenatural, tan puro que era imposible
describir lo frío que podía llegar a ser. Giró la cabeza hacia la
izquierda y con ella la visión: más blanco. El terror se apoderó de él. Gritó desesperado
con todas sus fuerzas. El sonido debería haber sido estremecedor y sin embargo...
¡No lo oyó!
« ¿Me he quedado sordo? ¿Qué me está
pasando?»
Lloró. Lloró
como un niño pequeño, estaba aterrorizado. Cuando se calmó un poco recapacitó.
« ¿Podía ser una pesadilla? No sería la primera vez que
sueñas que estas soñando, pero... si estoy soñando ¿Por qué no despierto? Y si
resultaba que yo estaba... ¡No!», descartó esa idea de su cerebro, era de los
que pensaba que después de la vida solo nos esperan el vacío y frío.
Empezó a
analizar la situación. Tanto el techo como las paredes eran de un blanco
estremecedor y se hallaban a una distancia demasiado lejana, de hecho era como
si no hubiera tales paredes.
« Y... ¿Él suelo? El suelo será una buena referencia para
empezar a situarme»
Se dio la vuelta y lo que vio le dejó sin
aliento.
«¡¡No hay suelo, no hay cama, estoy flotando...en el vacío!!»,
volvió a gritar, a llorar; temblaba de los pies a la cabeza cuando cayó en la
cuenta de que sentía calor, leve, pero reconfortante. Su cara estaba calentándose
y poco a poco los brazos, el pecho y las piernas. En ese momento una
tranquilidad absoluta se apoderó de él. Estaba tan calmado que poco a poco y
sin darse cuenta, fue perdiendo el conocimiento hasta que quedó inconsciente.
Despertó
en su cama.
« ¡¡Todo ha sido una pesadilla, una horrible pesadilla!!»
Se palpó
el cuerpo buscando que todo estuviera en su sitio. Estaba desnudo y se extrañó,
no acostumbraba a dormir sin pijama, no recordaba haber llegado demasiado
bebido, de hecho no recordaba cómo llegó
a casa. De nuevo las dudas. El pulso se le aceleró con rapidez.
« ¿Me estoy volviendo loco? Pero, ¿Uno se puede volver
loco de la noche a la mañana? Tengo que hablar con alguien»
Decidió
llamar a su hermano mayor para no asustar a sus padres. Descolgó el teléfono:
no daba señal. Comprobó que no estuviera desconectado y no pudo reprimir tirar
el teléfono al suelo.
« ¿Por qué no funciona? »
Bajó al
garaje. El coche no estaba. Salió para comprobar si estaba aparcado en la calle
pero tampoco estaba allí.
― ¡¿Qué coño está pasando?!― gritó
desesperado entre sollozos.
Estaba
absorto en sus pensamientos, barruntando, intentando buscar respuestas,
explicaciones, hasta que se dio cuenta de que su casa estaba empapelada de
carteles. Estaban por todos lados. No hacía falta leerlos para saber lo que
eran…
« ¿Se vende, mi casa se está
vendiendo? ¿Pero, cómo?»
No lloró,
no le quedaban lágrimas. Entre temblores, vestido con lo primero que encontró
en al armario, y con la cara desfigurada por el miedo corrió hacia la casa más cercana.
« Necesito respuestas ya…»
Tocó el
timbre de su vecino con insistencia.
« Es él. Algo encaja», se dijo con alegría
al ver el rostro enfadado de Teo.
― ¿Octavio? ― preguntó incrédulo.
― Claro, ¿Quién si no iba a ser?
― Es…..― dijo entre balbuceos― tan
solo…
― ¿Ocurre algo Teo? Estás pálido.
― Disculpa, es que no me lo
creo….pasa será mejor que pases…
― Gracias ― respondió mientras
entraba a la casa― ¿Qué es lo que no te crees?
El
hombre lo miró con ternura y le indicó que se sentara. Al poco volvió con una
taza de café.
― Octavio….no sé cómo decirte esto
sin que suene raro….pero ¿Dónde cojones te has metido todo este tiempo?
― No entiendo ― respondió
desconcertado.
― Llevas desaparecido un tiempo….
― ¿Cuánto? ― dijo tartamudeando.
Se
miraron. Buscaban entender qué pasaba sin lograrlo.
― Dos años
*********************
Nunca pudo
rehacer su vida. Su caso había sido un verdadero quebradero de cabeza para la
policía. Su coche apareció en la cuneta de una carretera. Puertas cerradas,
cristales subidos, luces encendidas, motor en marcha. Sin huellas que indicaran
la dirección de la huida, o la posibilidad de un secuestro. Según le dijo el
mismo comisario era un caso inexplicable. Investigadores de otros países se
interesaron por el caso, periodistas de todo tipo también.
Quedó
marcado para siempre. Siempre andaba buscando respuestas que explicaran dónde
había estado esos dos años, qué había sucedido en aquella carretera, qué eran
esos sueños dónde yacía sobre un manto blanco. Barajó todas las hipótesis
posibles, las analizó a fondo, descartando todas y cada una de ellas. Salvo
una. La más inquietante de todas. La había descartado por ser la más
descabellada entre las menos probables, pero siempre volvía a ella.
« Es la única que se ajusta », se
decía.
Algo en
su interior le decía que estaba en lo cierto. Tras años de investigaciones era
la única teoría que daba respuestas, pero claro, no se podía probar, había que
dar un salto de fe para creerla.
Y él
estaba dispuesto a darlo.
« No se la contaré a nadie. Ya me
ven como un bicho raro, imagínate sí voy contando esto por ahí. Solo lo sabré
yo…y ellos claro»
No es
que viviera mejor a partir de aquel momento,
pero al menos, había descartado la idea de que estaba loco y eso de
algún modo le tranquilizaba.
« ¿Por qué yo? ¿Para qué? ¿Qué me
hicieron? », solía preguntarse sin encontrar respuesta.
Prefería
vivir así, sabiendo que era de esas pocas personas que habían sufrido una
abducción extraterrestre a pensar que era un tarado más.
« Mejor así, mucho mejor», se decía mientras miraba unos
extraños símbolos que habían comenzado a dibujarse en su muñeca recientemente.
*Paradero desconocido*
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